No me confundas más. Te lo pido por favor. Te lo suplico. Será el último punto de la larga lista de deseos que te confesé. Tal vez te preguntes por qué debes escucharme… Por todas la veces que no quisiste oírme, por todas en las que yo te dí lo que anhelabas, por todas las tardes que pase a tu lado, por cada momento que llore para que no llorases, por cada instante de felicidad, por todos los segundos de miradas cómplices, por cada caricia, cada sonrisa, cada suspiro de felicidad…
Por todo eso. Porque, aunque no lo haya logrado, siempre intente darte todo lo que necesitabas. Por favor, hazlo tu también.
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