sábado, 4 de diciembre de 2010

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Soledad. Me siento sola. De una manera horrible, fría, que penetra en mi interior y me congela la sangre. Porque, al igual que la alegria, necesito compartir todo esto que me llena, que me desborda. Pero descubro que no hay nadie. Que las personas que llegan a entender como me siento no están. Y, para los demás, es como buscar orden y sentido al romper de las olas del mar sobre las rocas.
¿Dónde estas? Crei que siempre podría hablarte. Creí que podría llorar contando con que tu me lo prohibieses. Creí que tu me entenderías siempre y podrías ayudarme. Y ahora resulta que estas sordo. Que has enmudecido. ¿Que ha pasado? Contesta. Quiero saberlo.
Puede que esta no sea más que otra ilusión rota, otro sueño rasgado, otra apariencia que cae.

1 comentario:

  1. Voy a contarte una historia:

    'Erase una vez una mujer que; habiendo muerto; conoció al Relojero, ente superior de todas las cosas. El ente le llevó a una playa y le dijo:

    -Ésta es tu vida.

    La mujer comenzó a andar y observo que en los momentos felices veía en la arena pisadas de dos personas (la mujer y el Relojero), pero, en cambio, en los momentos más duros y dificiles sólo veía las pisadas de una persona. La mujer, enfadada, preguntó al ente:

    -¿Por qué me abandonaste cuando más lo necesitaba?

    El Relojero le contestó: No te abandoné, las huellas que has visto son las mías porque yo cargaba contigo en esos momentos en los cuales no podias caminar sólo...'

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